Relato y Fotos: Elsa González
No está bien que lo diga, pero los prefiero entre todos... son los Reyes de mi jardín, no puedo dejar de admirarlos y sentirlos indispensables para la vida.
Es que son tan bellos, y tan grandes...
Quién sabe cuántos años tendrán...
Cuánto tiempo hará que están ahí...
De qué habrán sido testigos.
Un ñire, muchas vidas!
Pero sí puedo contar lo poco que sé de ellos:
Sus ancestros vivieron antes que los dinosaurios cuando en
Cuando ocurrió la división, sus hermanos quedaron del otro lado, en Australia y Nueva Zelanda.
Ellos nacieron en este bosque hace muchos años. A sus pies hubo una cortadita, lo sé porque cuando los conocí encontré a su alrededor cajitas que fueron de vino y botellas muy viejas. Quedaban los rastros del antiguo senderito que les pasaba cerca.
Después vinieron las máquinas, el desmonte, ¡Una calle! ¡Que susto!
– Me parece que no se van a salvar –dijo el hombre- van a quedar justo en el medio de la vereda, tendremos que voltearlos.
– Ni lo sueñes –respondí– será “mi” vereda que se queden en el medio, ellos estaban primero.
Por suerte le falló el cálculo y la vereda pasó más allá... entonces quedaron justo, justo, en ¡Mi jardín! Delante de la puerta, así que la puerta tuvo que ir un poco más allá, pero no tanto... justito entre ellos dos, porque son dos, con troncos dobles, parecen cuatro, gruesos, altos, protectores.
Y ahí están. No puedo creer que sean tan perfectos, tan llenos de vida.
Hoy es jueves 30 de julio. Ahora están pelados. Su hojarasca protege la vida que les crece debajo. ¡Tanta vida! Arbustos, hierbas silvestres, helechos, cañas, cubresuelos, flores sembradas, todos los bichitos... hasta a Blanca, la perra, le gusta dormir ahí, en el colchón de hojitas, sus siestas al sol.
Es una tarde agradable, invita a salir, a contemplar el paisaje, a tomar ese contacto con la naturaleza que nos hizo elegir este lugar. Voy al jardín buscando una maceta abandonada para una planta huérfana y entonces los escucho ¡Son ellos! ¡TINTICAS! El emblema de nuestro COA.
Corro a buscar la cámara, cuando salgo ya están ahí, por supuesto recorriendo los troncos de los ñires.
Busco posicionarme y los escucho, ¡son bochincheros! Trato de registrar en mi mente su sonido... pero... algo suena distinto ¡Epa! Una familia de picolezna, ahí a dos pasos. Los fotografío, son inquietos, pero los tintica mucho más, parece que no están muy cómodos con esta compañía pero, Ellos, los Ñires, Reyes del jardín, son tan grandes... hay lugar para todos.
Recuerdo los consejos de Daniel y me ubico en un punto estratégico, me quedo quieta, escucho, espero, miro... pasan autos, y chicos conversando fuerte, la perra les ladra... nada de eso altera a los pájaros que siguen sus diálogos y su merienda ¿qué comen? Cascaritas, semillas, brotes... buscan entre los musgos de la corteza, entre las arrugas de la corteza, entre las barbas del diablo que viven allá arriba. ¡Caramba! Cuánta vida en un solo ser.
Un pedacito de corteza cae sobre mí, y cuando busco su origen veo al carpintero bataraz, allá muy arriba, busco a la hembra, está cerca en otra rama. ¡No puedo creerlo! Vuelvo a buscar a los tintica, siguen ahí con los picolezna. Entonces atraen mi atención unos movedizos de cola larga, ¡esos no son tinticas! Es una pareja de cachuditos... ¡Dios mió! Cuanta vida junta en un instante.
Rondo los grandes ñires al compás de las aves. Las contemplo, las disfruto hasta que la bandada de Tintica toma la iniciativa y decide emigrar a los ñires del vecino, todos van juntos.
Entonces guardo la cámara y recupero la maceta que buscaba. Cuando voy entrando al invernadero, veo desde lejos los tordos que se posan en las ramas altas y un chimango que revolotea cerca....
¿Cómo puede caber tanta vida en un árbol tan humilde? La próxima vez que vean un ñire, mírenlo bien... ahí está
La próxima vez que deban plantar un árbol... busquen un ñire
Cuando sepan de alguien que va a limpiar un terreno, pídanle que perdone la vida de los ñires, ellos devuelven el favor y salvan las nuestras.
Y si saben de alguien que no escucha los pedidos y va a matar un ñire, avísenme, tal vez lo convenza de que me permita transplantarlo a otro lugar.
Elsa, del COA Tintica.
HOLA ELSA,NOS GUSTO MUCHO TU RELATO.HACE UN AÑO Y MEDIO QUE ESTAMOS FELIZMENTE VIVIENDO EN VILLA LA ANGOSTURA Y NO NOS CANSAMOS DE OBSERVAR A TANTOS PAJARITOS QUE NO CONOCEMOS. ELLOS NOS ALEGRAN LOS DIAS Y NOS HACEN PENSAR QUE ESTAMOS TODOS DENTRO DE UNA GRAN JAULA VOLUNTARIAMENTE. ESTO QUE HEMOS LEIDO NOS INTRUYE UN POCO MAS Y NOS HACE ADVERTIR QUE HAY PERSONAS QUE COMO NOSOTROS SE DELEITAN CON LA GRANDEZA DE LA NATURALEZA.MUCHAS GRACIAS!!!OMAR Y GRACIELA (Delicias Cordilleranas)
ResponderEliminarNo podía ser de otra manera que Elsa nos cuente esto...
ResponderEliminarElla es un poco ñire!!!
Felicitaciones porque nos has hecho disfrutar!!! beso Inés (tu colega de la escuela)