Queridos amigos!!
Me animo a transcribirles este articulo tomado de la pagina http://www.losquesevan.com/
Escrita por Jorge Veiga.
Espero que les guste la lectura detalla de una manera amena , la vida de nuestras aves en la Alta Cordillera...A ver si este invierno realizamos una incursión para ver que encontramos.....
Aves de la Alta Cordillera Patagónica
Autor: Jorge Veiga
25 de Abril de 2011
Autor: Jorge Veiga
25 de Abril de 2011
Llegar a las cimas de la cordillera y sobrevivir en ella, suele ser un desafío casi humano, asociado a la obtención de un logro soñado, no sin antes transitar el empinado camino de la escalada, doblegando obstáculos, sosteniendo esfuerzo, construyendo tenacidad y ejercitando algo de inteligencia.
Con las aves que arriban a la alta montaña les sucede algo parecido, el logro del viaje migratorio es llegar vivas para reponerse, reproducirse y regresar al viaje migratorio, antes que el invierno oscurezca de blanco al verano.
La aspereza de los páramos de las empinadas laderas, regadas por multitud de arroyos que el deshielo alimenta, desde escarpados paredones de altura donde la nieve se aferra al declive, solo para evadir la luz del sol.
En ese engañoso ámbito de postal, el impiadoso y poderoso viento manda y el frío paraliza por eso las aves adoptan comportamientos que ayudan a enfrentar las adversidades que les esperan.
El endémico yal andino, el yal plomizo, el jilguero grande y la crepuscular diuca demuestran que son aves todo terreno, logrando desarrollar habilidades de desenterrar semillas, musgos, incluso líquenes e insectos momificados en plena nevada para luego enfrentar la furia del viento, volando bajo y a contraviento para zambullirse y evitar la fatiga de la asfixia en la siguiente mata salvadora, siempre semiocultas por el sinuoso y gélido manto blanco.
La dormilona fraile o la ceja blanca, suele agacharse y quedar como “dormida”, inmóvil y mimetizada en el escabroso suelo rocoso y si el observador tiene la suerte de transitar justo donde se refugia, encontrará una razón de por qué se las llama dormilonas.
La endémica remolinera andina y la común, andan removiendo aquí y allá, gelatinosas algas que no oponen resistencia a la veloz correntada del veril de los arroyos, sino que se dejan llevar, como flameando hacia la orilla, allí donde la transparente tranquilidad del remanso, cobija larvas, huevos de insectos, renacuajos y semillas.
No lejos de allí, dos pequeños emplumados, la ratona común y el endémico churrín andino, caminan volando, utilizando la estrategia de la evasión y el ocultamiento entre rocas, enrramajes y hojarasca que dan sustrato y sustento a matas y arbustos de empinados faldeos donde intentan arraigarse desafiando a la inercia de la pendiente y formando espontáneos jardines silvestres, surcados por cascadas de altura, desde donde parte el repetitivo canto del churrín que oculta un sabio consejo para el que escala sin ver ni oír.
Allí también hay una mutiscia en flor que enreda y pica, por sus ramas trepadoras y un picaflor como el andino que la libera de insectos mientras se endulza y la poliniza para que vuelva a ser una enredadera en flor.
Solo cuando agoniza el persistente temporal de viento y viento y se transforma en suave brisa, allí las aves más grandes se divisan, dibujando el vuelo de la victoria con sus alas y el retorno de la vida en el pizarrón del espacio infinito.El cóndor andino transita invisibles y cambiantes rutas del aire, moldeadas por inmensas cumbres para trasladarse sin esfuerzo y entrenar a los jóvenes en la economía de la energía, pero el águila mora, el halconcito colorado, el chimango de la cordillera, el gavilán ceniciento y los matamicos andino y cordillerano, las vuelan para defender territorios y capturar alimento.
En las heladas noches, solo el sonido del viento, erosiona el silencio de la cordillera, por eso las aves de montaña buscan refugio en cavidades y grietas de paredones naturales pero también en techos y huecos de las calefaccionadas viviendas humanas.
Quien tuvo la experiencia de convivir, debajo de uno de esos techos con las aves de la montaña, descubrirá que descansan poco y se las escucha pernoctar tensas, correteando debajo de laberintos del entretecho de chapa y madera para ver quien ocupa los mejores dormideros. No es raro que vocalicen y en ocasiones varios ejemplares de especies diferentes, confronten con voces de reclamo territorial, solo hasta que el calor del fragor y las primeras luces del amanecer entibien al refugio.
AAAA….VÉS….. lo difícil que es…VIVIR EN LA CIMA de la cordillera….????
Fuente: http://www.losquesevan.com/aves-de-la-alta-cordillera-patagonica.932c
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